La "epidemia" de comer a deshora

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Especialistas en nutrición señalan que el estrés sostenido, propio de la época, y sensaciones como el aburrimiento, la frustración, la soledad y el enojo son factores que favorecen la aparición de la ansiedad y el deseo de alimentarse entre comidas fuertes.

Snacks. Los malos hábitos alimentarios son un mal que crece en esta época.

 

Fuente: La Nación

En un nuevo relevamiento de los hábitos alimentarios, siete de cada 10 jóvenes y adultos reconocen que sienten esa súbita tentación de saborear algo dulce o salado entre las comidas y que eso pone en riesgo la línea o, directamente, demora toda chance de recuperarla. Es más: la incluyen entre los principales motivos de aumento de peso.

Y, cuando aparece, la mitad opta por engañarlo con mate, café o té. El resto prefiere algo más sólido, según indica la encuesta de TNS Argentina a una muestra representativa de la población de 18 años o más. "Es importante diferenciar entre picoteo y colación", advierte la doctora Rosa Labanca, directora del Centro de Asistencia, Docencia e Investigación de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota).

"Mientras que la colación es una comida programada que tiene un fin determinado -aclara-, el picoteo es una comida desordenada, que generalmente ayuda a engordar. Esto es fundamental porque las estadísticas nos muestran que las personas que bajaron de peso recuperan el peso anterior o, incluso, lo superan al cabo de 5 años." Esta conducta no es exclusiva de un solo grupo. "Se da en personas con peso normal, así como, y particularmente, en aquellas con sobrepeso, adultos y niños, de ambos sexos", precisa la nutricionista Viviana Viviant, que dirige el sitio online Nutrición y Vida Sana.

Hay situaciones que potencian su aparición. Para los jóvenes, son las horas de estudio y los exámenes. Los hombres sienten más deseos de comer "algo rico" al volver del trabajo y los mayores de 65 y las mujeres, mientras miran TV. Otros disparadores son el estrés sostenido de esta época, el aburrimiento, la sensación de frustración, el enojo y la soledad, coincidieron ambas especialistas, que no participaron de la encuesta encargada por Elea, que comercializa productos para adelgazar.

"Los alimentos a los que recurrimos combinan muchas calorías y un alto grado de placer, ya sea por su sabor, su textura o su apariencia. Eso activa vías de recompensa que se independizan de la necesidad nutricional e inducen el consumo excesivo", explica Labanca. Aclara que esta forma desorganizada de comer aporta hasta el 30% de las calorías diarias y que el 44% de lo que elegimos para comer son snacks dulces y salados.

Viviant recomendó organizar mejor los horarios de las cuatro comidas principales y programar una colación a media mañana y otra a media tarde. "De acuerdo con el lugar donde se esté", pueden ser: una fruta (fresca, deshidratada o en ensalada), gelatina con o sin frutas, un yogur (descremado, solo, con fruta o cereal), semillas de girasol, maní tostado para pelar, un postre bajas calorías, un rollito de jamón y queso, pickles, una porción de queso magro y pan integral o un huevo duro. Siempre, con un líquido sin calorías. "Los que se beben calientes y los que contienen gas dan más saciedad. Se recomienda incluir 2,5 l diarios."
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