No se esperan visitas, pero igual se limpia: El simbolismo detrás de esta tradición para las fiestas

Más allá de no esperar visitas, el orden y la limpieza mantienen un fuerte valor simbólico que atraviesa generaciones.

San Juan

En muchas casas sanjuaninas, las horas previas a la Navidad y al Año Nuevo están marcadas por una rutina que se repite casi de manera automática: limpiar, ordenar y dejar todo en condiciones. Incluso cuando no hay invitados confirmados, el empeño por recibir estas fechas con la casa limpia sigue siendo una costumbre profundamente arraigada.

Esta práctica tiene un fuerte componente simbólico. Para muchas familias, limpiar el hogar representa cerrar un ciclo y prepararse para uno nuevo. Eliminar lo viejo, ordenar los espacios y renovar el ambiente se asocia con dejar atrás lo negativo y abrirle lugar a lo que viene, una idea que se transmite de generación en generación.

En San Juan, esta tradición se vive como un gesto íntimo más que social. No se trata solo de mostrar una casa prolija, sino de generar una sensación de bienestar y armonía dentro del hogar. El orden se convierte en una forma de empezar “de cero”, aunque sea de manera simbólica.

También hay un componente emocional. La limpieza previa a estas fechas suele estar ligada a recuerdos familiares, enseñanzas de padres y abuelos, y a la idea de que ciertos momentos merecen un cuidado especial. Así, aunque las dinámicas familiares cambien y las reuniones sean más pequeñas o distintas, el ritual se mantiene.

Recibir la Navidad y el Año Nuevo con la casa limpia sigue siendo, para muchos sanjuaninos, una forma silenciosa de prepararse para lo que viene. Un gesto simple que va más allá de lo práctico y conserva un significado profundo en la vida cotidiana. Y, aunque no siempre se diga en voz alta, también existe una razón muy concreta: dejar todo en orden para que el 25 sea sin escoba, sin trapo y con la menor culpa posible, dedicado al descanso y la sobremesa larga.

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