Color e intensión: qué simboliza cada uno en el árbol navideño y cuál es su origen histórico

Se acerca el día de armar el arbolito como cada año, pero hay un detalle que muchos pasan por alto y es el motivo e intención que refleja cada color que se aplica para adornar el mismo.

San Juan

Cada diciembre, millones de hogares decoran el árbol de Navidad sin saber que, detrás de cada esfera y cada luz, se esconde una tradición que mezcla costumbres paganas, cristianas y europeas. Los colores no son elegidos al azar: cuentan una historia que ha viajado por siglos y que da sentido al espíritu navideño.

El verde del árbol, presente en los pinos y abetos siempreverdes, es uno de los símbolos más antiguos. Para los pueblos germánicos y celtas representaba la vida que resistía al invierno, y con el cristianismo se transformó en el color de la vida eterna y la esperanza. El rojo, por su parte, une dos tradiciones: en el cristianismo simboliza el sacrificio y el amor, mientras que en la Edad Media se vinculó con la figura de San Nicolás, cuyas vestiduras rojas lo convirtieron en emblema de generosidad y caridad.

El blanco ingresó a la iconografía navideña por su asociación con la pureza y la luz, pero también por la nieve que definía la Navidad en el norte de Europa. Así se volvió un color de paz y nuevos comienzos. El dorado, relacionado desde la Antigüedad con la realeza y lo sagrado, representa la luz divina y la estrella de Belén; durante el Renacimiento se consolidó como símbolo de alegría y esplendor en los primeros árboles decorados.

El azul se vincula tradicionalmente con la Virgen María, y por eso transmite serenidad y protección. En algunas regiones de Europa oriental se adoptó para pedir bendiciones durante el invierno. El morado, color litúrgico del Adviento, simboliza reflexión y espiritualidad, recordando la preparación previa a la Navidad. La plata, incorporada más tarde gracias a las esferas alemanas del siglo XIX, evoca claridad y brillo festivo, como el resplandor de la luna sobre la nieve.
En conjunto, estos colores forman un lenguaje simbólico que ha sobrevivido siglos. Cada tono del árbol revive antiguas creencias, valores y emociones que se entrelazan cada vez que encendemos las luces navideñas, recordándonos que esta tradición es mucho más que una simple decoración.

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