Mandan al Penal a los ladrones que atacaron a golpes a un anciano y lo dejaron grave

El estremecedor ataque a un jubilado en Albardón, ocurrido en febrero de este año, tuvo un cierre judicial este miércoles. Los cuatro implicados en el violento robo que dejó al hombre al borde de la muerte aceptaron su culpabilidad y fueron condenados en un juicio abreviado. Todos cumplirán su pena en el Servicio Penitenciario Provincial.

Leandro Gabriel Rubiño, Cristian Muñoz, Alejandro Páez y Claudio Burli, los acusados de ingresar por la fuerza a la casa de José Pinto y de golpearlo con extrema violencia para robarle más de 400 mil pesos, acordaron con la fiscalía y la defensa un proceso abreviado. Reconocieron su participación en el hecho y recibieron condenas de prisión efectiva.

El fiscal Leonardo Villalba, a cargo de la investigación, explicó que tres de los condenados ya tenían antecedentes, por lo que se les declaró reincidencia. En el caso de Cristian Muñoz, la pena fue unificada con una condena anterior y quedó en 6 años de prisión. Los otros 3 recibieron 3 años cada uno, sin posibilidad de acceder a beneficios como la libertad condicional.

Además, Rubiño fue detenido un día antes del juicio luego de que una jueza revocara su prisión domiciliaria al constatar que no estaba cumpliendo con las condiciones impuestas. Desde entonces quedó alojado en una comisaría hasta ser trasladado al penal.

Por su parte, la víctima no pudo estar presente en el proceso judicial. El fiscal detalló que Pinto atraviesa un delicado estado de salud como secuela directa del ataque. Actualmente se encuentra internado en el Hospital de Albardón, sin posibilidades de valerse por sí mismo y sin familiares cercanos que puedan cuidarlo a tiempo completo.

El brutal asalto ocurrió el 5 de febrero por la noche. Según la reconstrucción judicial, los atacantes ingresaron por la parte trasera de la vivienda del hombre, lo redujeron a golpes y lo amenazaron de muerte mientras le exigían dinero. El botín fue el dinero que el anciano había juntado tras años de trabajo en su kiosco.

Las pruebas reunidas en la causa fueron determinantes. Testimonios, declaraciones de familiares, la confesión del propio Rubiño y el relato de su hermana –quien aseguró que él mismo le confesó el crimen– permitieron sostener la acusación. También mencionó que su hermano intentó dejarle una bolsa con billetes tras el asalto, que ella se negó a aceptar.