La NASA advierte sobre el aumento acelerado de fenómenos climáticos extremos en todo el planeta

El cambio climático estaría provocando eventos como inundaciones y sequías, con consecuencias graves para los ecosistemas, la infraestructura y la economía mundial

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Un reciente estudio de la NASA volvió a encender las alarmas sobre el impacto del cambio climático a nivel global. A través de observaciones satelitales, los investigadores detectaron un aumento significativo en la frecuencia, extensión y severidad de fenómenos meteorológicos extremos, como sequías prolongadas e inundaciones devastadoras.

Los datos fueron recolectados por el satélite Grace, que permite monitorear los cambios en los sistemas hídricos del planeta. Según los expertos del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la agencia, los eventos extremos se han duplicado en los últimos cinco años respecto al promedio registrado entre 2003 y 2020. Esta aceleración supera incluso el ritmo del aumento de las temperaturas globales.

“Estamos viendo más eventos extremos, más intensos y más duraderos, afectando regiones cada vez más amplias”, explicó el doctor Bailing Li, uno de los investigadores del informe. Aunque los resultados aún no han sido revisados por pares, la comunidad científica ya expresa una seria preocupación ante el escenario que delinean.

El fenómeno, según indican los investigadores, tiene efectos directos en múltiples áreas críticas: el abastecimiento de agua, la producción agrícola, la salud pública, la biodiversidad y la infraestructura. Las sequías secan fuentes de agua y dañan cultivos; las lluvias extremas provocan inundaciones que destruyen caminos, viviendas y redes de saneamiento. Todo esto genera impactos económicos que también afectan a sectores como el asegurador, que ya enfrenta dificultades para calcular riesgos en un clima cada vez más impredecible.

La alteración de los sistemas hídricos se ha convertido en uno de los ejes centrales del debate. Los expertos advierten que el calentamiento global está modificando la forma en que el agua se distribuye en el planeta, generando una inestabilidad peligrosa. Mientras algunas regiones enfrentan sequías históricas, otras sufren lluvias intensas que causan pérdidas millonarias y obligan a miles de personas a desplazarse.

Además, organizaciones como la Real Sociedad Meteorológica han comenzado a hablar del “latigazo hidroclimático”: cambios abruptos entre eventos opuestos, como pasar de una sequía extrema a una inundación, sin transiciones intermedias. Este tipo de fenómeno agrava los riesgos porque los sistemas naturales y humanos no pueden adaptarse a tanta variabilidad en tan poco tiempo.

El doctor Matthew Rodell, también integrante del equipo de la NASA, señaló que muchas infraestructuras críticas no están preparadas para enfrentar estas nuevas condiciones. “Las plantas potabilizadoras, las redes eléctricas, los sistemas de riego y las rutas fueron diseñados para un clima que ya no existe”, advirtió.

Las implicancias también son sociales. Escuelas que no cuentan con ventilación adecuada en días de calor extremo, falta de acceso al agua en regiones vulnerables y colapso de servicios básicos se están volviendo cada vez más comunes. Y a medida que estos eventos se vuelven más frecuentes, también crece la presión sobre los gobiernos y organismos internacionales para que inviertan en estrategias de adaptación.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) estima que hay un 80% de probabilidad de que alguno de los próximos cinco años supere al 2024 como el más caluroso jamás registrado. Por eso, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los expertos insisten en que se deben tomar medidas urgentes para rediseñar las ciudades, fortalecer la gestión del agua y preparar al sistema agrícola frente a las nuevas realidades climáticas.

La advertencia está clara: el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una crisis presente que demanda respuestas inmediatas y coordinadas a escala global.

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