Donar sangre: cómo es vivir el proceso y por qué es vital hacerlo

Entrar al Instituto Provincial de Hemoterapia (IPHEM) para donar sangre fue más que una acción solidaria. Fue atravesar un proceso riguroso, humano y necesario, que me permitió entender —desde adentro— por qué es fundamental tener un sistema de donación voluntaria y constante.

“Lo ideal es sacar turno para evitar demoras, aunque también pueden venir de forma espontánea. Los que tienen turno tienen prioridad”, me explicó la doctora Rosario Roca, directora del IPHEM.

Luego, me entregaron un folleto con criterios de selección. No cualquiera puede donar: hay condiciones vinculadas a enfermedades transmisibles por sangre, y eso es solo el principio. “El formulario de historia clínica es clave, porque hay un ‘período de ventana’ en el que los análisis no detectan contagios recientes. Por eso necesitamos que la gente sea sincera y cuidadosa”, remarcó Roca.

Después vino una serie de preguntas y un análisis rápido para revisar mis glóbulos y grupo sanguíneo. En ese momento, pensé en lo sencillo que es hacer un acto que puede salvar vidas. “Una donación puede ayudar a cuatro personas. Y la sangre se recupera en menos de un mes”, me dijo la doctora.

Pasada la entrevista final, llegó el momento de la verdad: la extracción. El pinchazo fue apenas perceptible. Nada de dolor, nada de mareos. Solo una bolsa que se iba llenando con un líquido que, en otras circunstancias, podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Mientras te sacan sangre podes ver un poco de televisión. El proceso no dura más de 10 minutos.

Al terminar, me ofrecieron un desayuno y me pidieron que me quedara un rato por si había alguna reacción. También me informaron que, a la semana, podía pasar a buscar los resultados de mis análisis. En total, lo que te demora es sólo una hora. Con una hora de tu día, vos podes salvar una vida.

Un sistema que necesita constancia

El IPEM procesa entre 600 y 700 donaciones al mes, una cifra que se mantiene estable, pero que necesita crecer. “Estamos bien, sin demanda insatisfecha, pero siempre justos. Necesitamos entre 30 y 40 donantes diarios para garantizar el abastecimiento”, detalló Roca.

El banco de sangre regional no solo abastece a hospitales céntricos como el Marcia Quiroga o el Rausen, sino también a centros de la periferia. Para eso, cuentan con el apoyo logístico del Correo Argentino, que transporta las unidades de sangre de manera segura.

En cuanto a los grupos sanguíneos, el más solicitado es el 0 positivo, por ser el más común. Pero dentro de los RH negativos, el 0 negativo es especialmente valioso, ya que puede donarse a cualquier paciente con factor Rh negativo.

Una semana para celebrar y concientizar

En el marco del Día Mundial del Donante de Sangre, que se celebra el 14 de junio, el IPHEM organizó una semana llena de actividades. “Estuvimos en el Parque de Mayo con juegos, música y una colecta. Hicimos caminatas, colectas móviles y hasta fuimos a Santa Lucía y Caucete. La idea es llevar el mensaje a cada rincón”, contó la doctora.

La estrategia también apunta a cambiar el perfil del donante. “Queremos pasar de una donación por reposición —cuando se dona para un familiar o amigo— a una donación voluntaria, habitual. Que la gente lo incorpore como un hábito solidario”, enfatizó Roca.

Por eso están armando un registro de donantes voluntarios, para poder convocarlos según la demanda de los hospitales. No se trata solo de donar una vez, sino de volver, de sostener esa cadena invisible que mantiene con vida a miles de personas.

El miedo, el mayor enemigo

“El principal obstáculo es el desconocimiento. Muchos no donan por miedo, pero donar sangre es seguro, no duele y hay muchos pasos diseñados para cuidar tanto al donante como al receptor”, aseguró Roca.

Y no lo dice solo como profesional, sino también como promotora de una causa que, como comprobé en primera persona, vale la pena. Porque donar sangre no cuesta mucho. Pero significa todo para quien la necesita.