Desde que asumió, Francisco nunca pudo volver a ver a su hermana

Jorge Mario Bergoglio y su hermana María Elena mantuvieron un lazo inquebrantable. Pero nunca volvieron a verse.

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María Elena Bergoglio
María Elena Bergoglio

Nunca dejaron de hablarse. A pesar de la distancia, del tiempo y del peso del pontificado, Jorge Mario Bergoglio y su hermana María Elena mantuvieron un lazo inquebrantable, hecho de llamados, cartas y recuerdos compartidos. Pero nunca volvieron a verse.

Este lunes 21 de abril, el Papa Francisco murió en el Vaticano a los 88 años, sin haber podido abrazar por última vez a la única hermana que le quedaba viva. Desde su casa en el conurbano bonaerense, donde era cuidada por religiosas debido a su delicado estado de salud, María Elena lo siguió durante más de una década. La visita que ambos esperaban nunca ocurrió: ni él regresó a la Argentina, ni ella pudo viajar a Roma.

Hubo, sin embargo, un gesto que cruzó el océano. Un artista argentino le entregó al Papa una escultura con la forma de la mano de su hermana. “A pesar de la distancia, estamos muy abrazados”, decía el mensaje que la acompañaba. Francisco se emocionó. Quizás, fue lo más cerca que estuvieron en todo ese tiempo.

Hoy, mientras el mundo despide a un pontífice histórico, María Elena inicia un duelo más íntimo. El de una hermana que se queda con un dolor callado: el de no haber podido despedirse de su hermano mayor.

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