El concurso del Viejo Vizcacha

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Irregularidades en los exámenes y el llamado a entrevistas alimentan las sospechas sobre el ya polémico concurso de ingreso al Poder Judicial. ¿Es posible creer en un sistema sin puntaje o es solo un acting para el que lo mira por TV?






 

Ya está la lista con los nombres de todos los que quedaron en la final para el ingreso al Poder Judicial.

 

POR GRACIELA MARCET.-

El sueño del pibe, la tierra prometida, un puesto en primera división. Eso es, sin exageraciones, lo que representa para miles de sanjuaninos el ingreso al Poder Judicial, el lugar en el que los problemas y la lucha del resto de la sociedad para llegar a fin de mes solo se sienten como un eco lejano. Sueldos sustancialmente superiores a los de la mayor parte de la población y una serie de beneficios especiales convierten a cualquier cargo de esta dependencia en el trébol de cuatro hojas que todos aspiran a conseguir. Y en el año en que miles de personas se ilusionaron con poder sortear la barrera del acomodo, la pared volvió a erigirse en Tribunales con el peso de un concurso menos serio que Showmatch.

Partamos de la base. Miles de aspirantes, entre los que se encontraba muy campante el Pato Donald, se inscribieron para someterse a diversas pruebas, en las que la selección no se realizó de acuerdo a un puntaje ni a antecedentes. Aprobado o No aprobado fueron las dos únicas calificaciones para los exámenes de mecanografía, ortografía y contenidos teóricos. Con los nervios de estar jugándose el partido de su vida, los postulantes se largaron a rendir sin saber si era mejor escribir el mayor número de palabras, sin importar los errores, o si debían priorizar la corrección antes que la cantidad. En la prueba teórica, tampoco se enteraron cuáles y cuántos fueron los errores que implicaron su fracaso o los que les permitieron seguir en carrera.

Aprobaste o hasta luego ysi tenías alguna queja, a llorar al circo. Porque, a diferencia de lo que ocurre en cualquier lugar del mundo, en el Poder Judicial de San Juan un concurso no implica imponer un sistema justo y verificablepor todos los involucrados. Si tu apellido no desciende de la dinastía judicial perdiste, aunque tengas la mejor ortografía, seas un as del tipeo y conozcas las leyes a la perfección.

La lista de los 626 aprobados es clara y no hace falta ser un gran conocedor del organigrama para saber que varias figuritas repetidas llegan para ensanchar la “gran familia judicial”. Desde los mismos pasillos de Tribunales, los rumores de la operación acomodo son imparables: desde personas designadas hace tiempo, que se presentan a rendir para no levantar la perdiz, hasta casos de aspirantes que no rindieron todos los exámenes pero igualmente figuran entre los aprobados.Y aunque la mayoría de las estrategias solo quedan en la bruma del rumor, un pequeño dato llamó la atención en estos días: de las 626 personas que habían pasado todos los filtros, solo 200 iban a ser entrevistadas para cubrir las 98 vacantes. ¿Se cansaron de seguir actuando para la gilada? ¿O hubo alguna otra prueba secreta que solo algunos pudieron superar? “Los medios informaron mal y acá no pasó nada” dijeron desde el Poder Judicial, mientras a regañadientes debieron salir a decir que todos iban a realizar la entrevista.


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Supongamos que fueron los medios los que informaron mal. Vayamos incluso más allá y otorguemos el beneficio de la duda a los “hijos de”, confiando en que aprobaron los exámenes con los mismos recursos que cualquier hijo de vecino y sin otra ayuda que la de su propia capacidad. ¿Podrían ser creíbles las condiciones de ingreso de las 98 personas que pasarán a formar parte de la casta más beneficiada de la provincia? La respuesta solo puede ser positiva para quien crea, ingenua o maliciosamente,que es admisible realizar exámenes sin puntaje y establecer impunemente a la entrevista discrecional como el único método válido para saber si una persona llegará a horario o tiene “contracción al trabajo”, como explicaron desde la Corte. Desígnenme a mí entonces, que soy re puntual y aplicada, aunque a duras penas conozco un par de leyes.

¿Así serán las charlas en las que se define el acceso a primera clase? ¿Intentarán pilotearla un rato para creerse su propio acting o lo cocinarán de manera exprés, verificando solo la portación de apellido?¿Cuánto más podemos imaginar sobre un proceso que no ofrece garantías? La respuesta nos lleva hacia lo obvio: sin intenciones de establecer un método serio para despejar las dudas alimentadas en los largos años de nombramientos a dedo, los concursos de la Justicia sanjuanina se prestan para todo tipo de especulación o delirio en base a su evidente falta de credibilidad.

Ya no importa si la entrevista es para 200, 600 o 10.000 personas. Ellos mismos lo dicen y lo dijeron toda la vida: lo que interesa es lo que piense la autoridad judicial y para eso no hace falta puntaje. Lo que importa es hacerse amigo del juez, aunque un par de resentidos hagan lío. Si total las quejas duran 10 días y el sueldo toda la vida.

Habría que hacer la prueba, aunque sea por curiosidad, y ver qué pasa si extendemos el reclamo más allá de lo previsto. Porque aunque sea “porque los medios informaron mal”, un mínimo paso atrás debieron dar en relación a las entrevistas. Quién sabe qué puede pasar si algún día realmente nos cansamos de las andanzas del Pato Donald, el Viejo Vizcacha y de una Justicia sin venda ni balanza. Por mi parte, empezaría por seguir señalando el engaño y el desvío de la ley, para después celebrar que eso sea tomado como una “mala información”, que no es otra cosa que una mala noticia para los que juegan a la justicia para unos pocos.
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